lunes, 16 de febrero de 2009

DANZA: LA DIABLADA


La diablada nace en el Virreinato del Perú a mediados del siglo XVI en Oruro, actualmente Bolivia. La danza escenifica la lucha entre el bien y el mal, el choque de dos culturas. En 1550 al celebrarse la boda de unos nobles españoles en la región se representó una ‘farsa’ en la que un grupo de diablos, con Lucifer como líder, actúan en una lucha coreográfica y verbal contra una banda alada de ángeles dirigidos por el Arcángel San Gabriel, quienes al final logran imponerse y desterrar al submundo a los diablos.



Desde entonces nació el popular baile que según afirman muchos cronistas fue creado por un grupo de sacerdotes para dar catequesis a los indígenas de la zona altiplánica. La diablada representa el sincretismo que busca unir dos culturas distintas, en este caso la indígena con la española. Se mezclan los ritmos y la cosmovisión andina del mundo. En la colonia, cuando todo aquel que no fuese católico era sentenciado a la hoguera, la diablada dejó de practicarse sin que los españoles pudiesen entender el aspecto filosófico de la danza.
Después de la independencia, la diablada renació como un acto de los pobladores dedicados al ganado y a explotar las minas. Ahora es el acto central de las festividades que se realizan cada febrero en el festival de la Virgen de la Candelaria, conocida en el mundo andino como Mama Pacha, en el cual se hace un pago a la tierra.

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